sábado, 21 de agosto de 2021

SUEÑO-PROPUESTA DE UN EDUCADOR

Por el Futuro de la Educación Dominicana    

Por Máximo Encarnación Gomera

En un momento dado, estamos en nuestra casa descansando. De repente, saltamos nerviosos de la cama, del asiento o de donde sea que nos encontremos. Esto como respuesta involuntaria al estruendo repentino que emite el equipo de música de algún vecino o de un automóvil a toda velocidad. En ocasiones salimos, conduciendo o a pie, y vemos varios tipos de desperdicios en la calle. En otros momentos, utilizando transporte público o privado, es común ver a otros conductores cruzando la luz roja o cometiendo otros tipos de violaciones a las leyes de tránsito. También, al pasar por locales donde se alojan instituciones educativas, podemos percibir un bullicio que no es propio a este tipo de lugares. Ese comportamiento de una parte considerable del pueblo se ve reflejado en los resultados negativos obtenidos por la República Dominicana en las mediciones internacionales en materia de educación. Todo eso indica que para garantizar la permanencia y el desarrollo real del país es necesaria una profunda transformación en ese sector.

 

Los resultados mencionados no pueden ser otros a juzgar por la baja calidad del esfuerzo que se ha hecho históricamente para el desarrollo de la educación dominicana. Si se hace una retrospección, se notará que en los años 80s se invertía en ese sector el 8% del presupuesto nacional. Entre otras razones, esa situación provocó una crisis de efectos en cadena. El primero fue el bajo salario para los educadores. En consecuencia, esos profesionales vieron disminuida su calidad de vida, lo que resultó en que la carrera docente perdiera una parte considerable de su atractivo. Como resultado, se produjo una gran deserción de presentes y futuros educadores y el desánimo se apoderó de otras personas que planeaban insertarse en ese campo del saber. Esto obligó a las universidades privadas a cerrar sus escuelas dedicadas a la pedagogía.


Sin dudas, la educación liderada por maestros bien formados es la vía idónea para impulsar el desarrollo. Por eso, a pesar de la crisis, la formación docente debía seguir hacia adelante. Para ello se requería de una visión centrada en la superación de necesidades sociales, y esa era una ocasión propicia. En tal virtud, el otrora Departamento de Pedagogía en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) fue la única unidad académica que siguió formando maestros a nivel de grado a pesar de haber sido afectado por la baja cantidad   de estudiantes. Más tarde, debido al crecimiento exponencial de su matrícula, esa escuela fue elevada al rango de facultad, naciendo así la Facultad de Ciencias de la Educación en el 2008. A pesar de esa labor en favor de la educación dominicana, la Primada de América se ha manejado con un déficit presupuestal después de que, en el año 1966, pasó de ser una universidad mayoritariamente de élites económicas a una universidad de puertas abiertas al pueblo. Este déficit permanente, de alguna manera, ha afectado negativamente el desarrollo de la educación en el país. Con la intensión de ayudar a cambiar la situación, entendidos en la materia se pronunciaron a favor de una mayor inversión y la mejoría en la calidad del muy bien llamado motor del progreso de los pueblos. Concomitantemente, varios sectores de la vida nacional también se hicieron eco de esos pronunciamientos basados en argumentos de carácter técnico.

 

Después de discusiones y protestas por parte de los sectores que entendían la importancia de la inversión en el sector educativo, en el año 1997, se promulgó la ley que asignaba el 4% del Producto Interno Bruto (PIB) para la educación dominicana. También, como consecuencia de los reclamos de muchos segmentos de la sociedad, en el año 2012 se aprobó la asignación presupuestaria que manda la mencionada ley. Se inició la distribución de esos fondos privilegiando el gasto en infraestructuras escolares. Si ponemos en paralelo la inversión en tres componentes primordiales del sistema educativo y los comparamos, nos daremos cuenta de que mientras se invertía en la construcción de infraestructura, era tímida la inversión en diversos aspectos relativos al personal docente y en los programas educacionales para servir al estudiantado una mayor calidad en su proceso de aprendizaje.

 

En sentido general, el programa considerado el más ambicioso lo constituyó el de tanda extendida. Sin embargo, los medios de comunicación dan cuenta de que en el mismo se duplicó el número de horas que maestros y estudiantes permanecían en los planteles escolares. En realidad, la puesta en marcha de ese programa fue un paso de avance, pero faltaban componentes fundamentales del proceso enseñanza- aprendizaje. Es decir, faltaba una mayor cualificación de los docentes que conducirían las nuevas experiencias de aprendizaje concebidas para ser llevadas a cabo por los estudiantes en esa nueva modalidad educacional. Además, faltaba la


adecuación del currículo para impartir las nuevas disciplinas que complementarían a las existentes.

 

Es bueno resaltar que en el país ya existía un tipo de formación compatible con el programa de tanda extendida. Se trata de la educación politécnica o Formación Técnico Profesional (FTP). Países que son paradigmas en educación y desarrollo económico en el mundo, ya la habían valorado y la habían adoptado exitosamente. En el caso de la República Dominicana, los resultados están presentes en cada egresado de los institutos politécnicos. Ese grupo de hombres y mujeres tiene una formación integral que les dio la opción de formar parte de la fuerza laboral mientras cursaban sus estudios universitarios. También tenían la alternativa de detenerse al término del nivel preuniversitario si así lo decidían por cualquier circunstancia. Eso indica que la implementación adecuada de ese tipo de formación resulta en la capacitación de los egresados de la educación media para entrar en la producción de riqueza y contribuir con el desarrollo aportando los conocimientos técnicos y humanísticos adquiridos en su educación preuniversitaria. Siendo así, la universidad deja de ser la única posibilidad de esos egresados para acceder a algo tan básico como un empleo y devengar un salario que permita satisfacer las necesidades perentorias suyas y de sus familias.

 

El índice de pobreza en la República Dominicana y sus desafíos en materia de competitividad en los mercados internacionales son excusas contundentes para que el país implemente la Formación Técnico Profesional en los centros de educación preuniversitaria. Gracias a esta, los egresados seguirán destacándose en las aulas universitarias y aportando con sus competencias a su desarrollo personal y al crecimiento de la nación dominicana en todos los órdenes. Ese tipo de programa educativo les permite desarrollarse en el campo humanístico, científico, tecnológico, artístico y otros de acuerdo con sus actitudes y aptitudes. Para lograr la implementación de la modalidad antes señalada pueden servir como punto de partida los pasos que el estado ha dado para mejorar la educación, los cuales incluyen la implementación del programa de tanda extendida y la construcción de un número importante de escuelas.

 

La pedagogía ha situado al maestro como el guía del proceso enseñanza- aprendizaje. De ahí se desprende que este juega un rol protagónico en pos de una educación de calidad para todos. Vista esta realidad, para formar a un ciudadano que sea agente activo, efectivo y eficaz de desarrollo humano y material del país, la formación docente es un asunto crucial. Para que esto pase de ser un sueño, se hace impostergable que las instituciones responsables de las áreas educativas fortalezcan e incrementen las alianzas de cooperación con los sectores organizados de la


sociedad dominicana y el sector privado para emprender acciones que den al traste con los problemas que mantienen al sector educativo en un sitial preocupante. De igual modo, se hace también impostergable que esas autoridades brinden el apoyo necesario y aprovechen el cúmulo de experiencias que históricamente ha reunido la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la institución de educación superior más vieja del país y del nuevo mundo y pionera en la producción de conocimiento, no solo en educación, sino en muchos otros ámbitos.

 

A propósito de la formación de maestros, la cual es servida por las instituciones de educación superior (IES), además de la ya mencionada universidad estatal, el país cuenta con el Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña (ISFODOSU) y con las universidades privadas, que volvieron a incluir la carrera de educación en su oferta curricular en los 90s. Entre esas universidades se destacan: la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU); el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC); la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM); la Universidad Católica de Santo Domingo (UCSD) y otras. Estas también tienen un papel muy importante qué jugar en la transformación de la educación. Cada una de esas instituciones de educación superior tiene sus méritos para coadyuvar en la formación del maestro a los niveles que el país necesita para alcanzar el desarrollo.

 

Para formar maestros que propicien las transformaciones locales planteadas y respondan a los estándares de calidad que demanda el mundo de hoy, el mencionado apoyo de los gobiernos y del pueblo dominicano en general a las universidades en su fortalecimiento debe cubrir todos los órdenes relativos a la educación superior. Esto quiere decir que, entre otras cosas, las inversiones que han de hacerse deben redundar en más formación especializada y salarios más dignos para el personal docente, más y mejores tecnologías, más innovación, más infraestructura adecuada, entre otras. En ese mismo orden, uno de los aspectos fundamentales a prestar atención en las universidades es el fortalecimiento de las carreras relacionadas con el área educativa. Por ejemplo, en la UASD se imparten programas tanto de licenciatura como de maestría en diversos campos como Educación Inicial y Enseñanza de Lenguas Extranjeras. Esto por mencionar solo dos programas. Según datos publicados en la Internet, en la PCMM se imparte la Maestría en currículo y Pedagogía de Nivel Inicial. En ese mismo tenor, es necesario que en las alianzas estratégicas ya mencionadas se propicie y apoye la apertura de carreras en disciplinas pedagógicas inexistentes en las universidades del país. Entre varios ejemplos podemos citar las carreras de Psicopedagogía y Evaluación Educativa.


Todo aquel con conocimientos básicos en educación superior sabe que, además de formar profesionales para el desarrollo de los países, la misión de las universidades, entre otras cosas, es producir inventos y realizar descubrimientos. Esa labor es competencia de las ciencias tanto naturales como sociales. En condiciones ideales, el personal que lidera al resto de los actores de la universidad son los hombres y mujeres que hacen investigación siguiendo el más alto rigor. Es importante decir que en las universidades emblemáticas del mundo, salvo casos excepcionales, este personal tiene en su haber el título de doctorado, y en muchos casos, de posdoctorado.

 

En la línea de las ideas anteriores, cabe destacar que los programas de doctorado son exiguos en el país en una época en que, para la acreditación de las universidades del mundo, el número de docentes con este grado es una condición insoslayable. Es notorio que los doctores dominicanos se forman en programas auspiciados por universidades extranjeras. Esto trae como consecuencia, entre otras cosas, que las universidades tengan dentro de su personal docente a un número insuficiente de profesores con esa investidura cuando la tendencia mundial es a requerir que todos los aspirantes a ocupar esos puestos tengan la titulación más alta dentro de los peldaños de la escalera académica. Para solucionar este problema se hace necesario que se fortalezcan los programas de intercambio académico con universidades extranjeras, de forma tal que se incluya la entrada al país de personal docente para abrir las carreras inexistentes con miras a cubrir todos sus niveles, dígase licenciatura, maestría y doctorado. Además, se debe realizar gestiones para que esos programas incluyan la compleción de las carreras ya existentes en los niveles de carencia. Uno de los objetivos de esos programas de intercambio debe ser que cuando las universidades tengan las carreras completas en sus niveles, el personal dominicano que haya reunido las condiciones que le perfile para esa tarea pueda regentear las mismas. De esa manera, un aumento significativo de la producción vernácula de conocimiento y recursos en las áreas pertinentes al desarrollo constante de la educación y otras áreas será una realidad. La superación de los desafíos en los programas de doctorado, el fortalecimiento de la UASD y del resto de las universidades dominicanas como formadoras de maestros tendrá como consecuencia un empuje importante en la investigación científica y la calidad de los egresados. Esto, a su vez, constituirá una profunda transformación educativa y afectará significativamente a los niveles secundario, primario e inicial.

 

Podemos llegar a la conclusión de que, para responder efectivamente a los retos planteados, el estado dominicano debe cumplir a cabalidad con su rol de garante de una educación de calidad. En ese tenor, los ministerios de educación tienen la responsabilidad de atraer a todos los sectores de la vida nacional para que jueguen


su rol en el desarrollo de un bien intangible que, aunque a largo plazo, tiene resultados muy tangibles como son un ciudadano formado integralmente y la producción de bienes y servicios de calidad para satisfacer la demanda local y competir en los mercados internacionales. También, los tomadores de decisiones deben tomar en cuenta la experiencia vivida por el país e imitar a otros líderes que, en momentos críticos en la historia de sus países, asumieron la Formación Técnico Profesional como un eje transversal a la educación preuniversitaria. A lo antes dicho se añade que, mediante las inversiones económicas necesarias y la aplicación de estrategias de mejora en puntos cruciales, se debe elevar la calidad de la educación a tal punto que los números negativos en las mediciones internacionales se reviertan. También, por sus méritos históricos y los servicios prestados a la nación dominicana, la Universidad Autónoma de Santo Domingo es una institución de nivel superior clave para desarrollar la educación del país a los más altos niveles. En esa virtud, debe tomarse en cuenta que esa institución junto a las demás instituciones de nivel superior forman en sus campus a los maestros que han de guiar el proceso docente. En esos campus se forjan, a su vez, los demás procesos para el desarrollo. Por tanto, se debe dotar a esas instituciones de todos los recursos necesarios para cumplir con su labor, la cual indefectiblemente resulta en los más grandes beneficios para el país. Finalmente, la formación de ciudadanos críticos y comprometidos será el resultado de esa transformación de la educación para que desde cualquier ámbito en que les toque desempeñarse tributen al desarrollo real de la República Dominicana.

 

NOTA: El autor es profesor de la Escuela de Formación docente para la Educación Media y de la Escuela de Idiomas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD. Se ha desempeñado como educador por 34 años en los niveles Básico, Primario, Secundario y Superior, tanto en el sector público como privado. También es autor de varios libros, entre los que se destaca El Autoaprendizaje de Inglés.

 

 

3 comentarios:

  1. Excelente trabajo Sr. Máximo. Tal y como usted lo expresa " un proyecto ambicioso el de la tanda extendida", pero nos faltó ese toquecito de preparar a los maestros en nuevas disciplinas, asi como tambien debió ser un plan piloto por varios años y luego validar si era conveniente ejecutarlo.

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  2. Excelente. Mi querido maestro aportando a la enseñanza de lenguas modernas. Un abrazo!!

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