Por Dr. Marcos Zabala
Para hacer investigación se requiere de un punto de partida claro y especifico
como lo es un problema o un tema de investigación, y partimos de un problema
que aún el día de hoy mantiene divida a la comunidad científica. ¿Es científica la Biblia? Cuando trata de
temas relacionados con la ciencia, ¿cumple la Biblia con los estándares de
veracidad y objetividad característicos del método científico? El objetivo del
siguiente artículo es indagar sobre la pregunta que sirve de base al mismo
sobre la exactitud o no de la Biblia al tratar temas científicos. Partiendo de
cuatro hechos comprobados por la ciencia y que fueron tratados por los
escritores de la Biblia, teniendo las siguientes preguntas base:
1.- ¿Cómo supo Job de un universo en
expansión y que la tierra cuelga sobre nada?
2.- ¿Dónde consiguió Isaías
información sobre la forma de la tierra?
3.- ¿Dónde aprendió el Rey Salomón
sobre el siclo del agua?
4.- ¿Quién le explicó al Rey David la
historia de las montañas?
En
1613 el científico Galileo publicó una obra conocida como: “Cartas sobre las
manchas solares”. En esta obra presentó pruebas de que la tierra giraba
alrededor del Sol y no el Sol alrededor de la
Tierra. Al presentar sus argumentos, abrió paso a una serie de sucesos
que lo condujeron finalmente al tribunal de la inquisición bajo la sospecha de
“Herejía”. Con el tiempo Galileo se vio obligado a abjurar o retractarse de sus
afirmaciones. Cabe preguntarnos ¿por qué
se consideraría como herejía la idea de que la tierra girara alrededor del Sol?
Porque los acusadores de Galileo afirmaron que aquello era contrario a lo que
dice la Biblia.
Es
común entre los científicos la idea de que la Biblia no es científica y algunos
señalan la experiencia de Galileo como prueba de ello. Pero ¿podríamos tomarnos
dichas afirmaciones como buenas y validas por venir de hombres dedicados a la
ciencia?
La
Biblia no afirma ser un libro de texto científico, sin embargo, cuando la
Biblia trata temas científicos lo que
dice es totalmente exacto. Veamos algunos ejemplos:
En
el libro de Job 27:6 leemos “(Dios) está extendiendo el norte sobre el lugar
vacío, colgando la tierra sobre nada”. Si hacemos una comparación con el texto
de Isaías 40:22 que dice: “Hay uno que mora por encima del circulo de la
tierra”. Podemos recordar imágenes
vívidas de las fotografías tomadas por los astronautas de la esfera terrestre
flotando en el lugar vacío.
Lo
interesante de estas afirmaciones fue la época en que se escribieron, el libro
de Job fue escrito por Moisés en el desierto en el año 1473 a. E.C., y el
libro de Isaías fue escrito por Isaías en Jerusalén en el año 732 a E.C.
Considere
ahora el siclo del agua de nuestro planeta: Según la Compton´s Encyclopedia el
proceso de este siclo se describe como sigue a continuación: “El agua se
evapora desde la superficie del océano y asciende a la atmósfera (…) Las
corrientes de aire que se mueven constantemente en la atmósfera de la Tierra
llevan hacia los continentes el aire húmedo. Cuando el aire se enfría el vapor
se condensa, y forma gotitas de agua. Por lo general se las ve en forma de
nubes. Estas gotitas de agua se juntan y forman gotas de lluvias. Si la
atmósfera está lo suficientemente fría, en vez de gotas de lluvia se formaran
copos de nieves. Sea de una forma o de otra, el agua que ha viajado miles de
kilómetros desde el océano cae sobre la superficie terrestre. Vuelve a los ríos
y riachuelos para inicial su viaje de regreso al mar.
Con
3 mil años de anterioridad a que la ciencia describiese este proceso, el rey
Salomón en el libro de Eclesiastés 1:7 describió de forma sencilla el siclo del
agua: “Los ríos van todos al mar, pero el mar nunca se llena; y vuelven los ríos a su origen para recorrer el mismo
camino”.
Algo que despierta admiración es lo que expresa la Biblia sobre la
historia de las montañas. Un libro de texto sobre geología dice lo siguiente
sobre el tema: “Desde el precámbrico hasta el presente, el proceso perpetúo de
edificar y construir montañas ha continuado (…) No solo sucede que algunas
montañas han surgido del fondo del mares que ya no existen, sino que muchas
veces han sido sumergidas mucho tiempo después de haberse formado y de nuevo
han vuelto a elevarse. El libro de los Salmos fue escrito por el Rey David y
otros escritores en el año 460 a E.C. si hacemos una comparación de la obra
consultada anteriormente con el Salmo 104: 6,8, tendríamos razones para simplemente
maravillarnos. Este texto dice: “Con una profundidad acuosa la cubriste (a la
Tierra). Las aguas estaban situadas por encima de las montañas mismas. (…)
Montañas procedieron a ascender, llanuras-valles procedieron a descender (…) al
lugar que tú has fundado para ellas”.
Las ideas tratadas hasta ahora versan sobre algunas teorías científicas
que han sido establecidas por la ciencia en pleno siglo XX fundamentadas en los
avances de la tecnologías como lo fue la “teoría de la expansión del universo
acelerada” en 1990. Ya sobre la esfericidad de la tierra fue tratada por los
filósofos griegos de la antigüedad y demostrada en el siglo XVI durante la
primera circunnavegación de la historia por Fernando de Magallanes, no fue sino
hasta el 20 de julio de 1969 cuando el hombre llega a la luna que se pueden
confirmar estos postulados puestos en dudas por científicos durante muchos
años.
Siendo así las cosas, planteamos las siguientes preguntas:
¿Cómo supo Job de un universo en
expansión y que la tierra cuelga sobre nada?
¿Dónde consiguió Isaías información
sobre la forma de la tierra?
¿Dónde aprendió el Rey Salomón sobre
el siclo del agua?
¿Quién le explicó al Rey David la
historia de las montañas?
Las
respuestas a las preguntas anteriores, si no fue logrado el objetivo de
responderlas en el cuerpo de este artículo, requerirán entonces de una indagación
imparcial y objetiva de parte del lector.
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